Cómo una bayita del Amazonas ha cambiado a miles de vidas y a la mía en el proceso
Nunca deja de sorprenderme el hecho de vender açaí, por profesión. Sin duda no creo que fuera mi vocación. Nacido en el norte de Italia y egresado de la Academia Diplomática de Viena, acabé siendo frutero. La vida toma caminos imprevistos, a veces.
Con el pasar de los años el açaí pasó de ser un extraño y muy exótico snack comido en un vasito de plástico en la calle en Rio De Janeiro, antes de salir de fiesta, a El Superfood. Para mí, como para muchos más. Pero porqué y como?
Ya todos saben que el açaí es un verdadero elixir por estar repleto de antocianinas antioxidantes que nos protegen del estrés oxidativo de la vida moderna que nos enferma y nos consume; y que tiene un mix de proteína, omega3, minerales y vitaminas como ninguna otra fruta. Que te dan energía, stamina, mejoran el sistema inmunológico.
En lo personal, amo al açaí por su sabor y su poder, realmente me ha cambiado la vida, pero que sea un superfood no hubiera sido suficiente para que le dedicara mi carrera.
Nuestro açaí tiene más que micro y macro nutrientes, tiene una historia que involucra a miles de personas en el Amazonas. Una historia que empieza con el rezago y la marginación que durante décadas mantuvieron a poblaciones indígenas y de pequeños campesinos del sur de Colombia al borde de la pobreza lo cual eruptó antes en una de las más violentas guerras civiles de baja intensidad de la época moderna y después en el boom del nacrotráfico por medio de la cocaína. Esto desintegró a enteras comunidades, mató a medio millón de personas, y dejó al suelo completamente erosionados tanto por los fertilizantes para crecer coca, como por los herbicidas para matarla. Los campesinos se quedaron en un fuego cruzado, sin otra salida que más cultivos ilícitos los cuales sembraron más violencia y el deterioro de los recursos naturales de los cuales dependían. Imaginen no tener otra opción que estar destruyendo a tu propio futuro.
Enter: açaí berry.
La historia empieza a cambiar cuando unos agricultores se dan cuenta que si bien nada parece crecer tan bien como la coca y que los árboles del Amazonas no dejan espacio para cultivos intensivos (y por esto se talan), existe una palmera nativa, Euterpe Precatoria, que genera unas bayitas que en Brazil se están vendiendo a un precio considerable. Aprovechar el açaí no es tan intuitivo por las condiciones en las cuales crece y sus características, y esta fruta no es parte de la cultura y gastronomía Colombiana como lo es en el país vecino, por esto pasó desapercibida por tanto tiempo. Pero la naturaleza y la selva no tienen confines, tal como la innovación humana. Ojo, no una innovación miope y destructiva (la hay), sino que una que aprovecha de los ciclos naturales para servir a las comunidades y que regenera el ecosistema en un moto perpetuo. Win-win-win.
El açaí nos enseñó el camino de sabor, salud y sostenibilidad. Un escenario donde una persona mejora su condición física comiendo un alimento que genera empleo digno para miles de personas y que convierte a la selva tropical en un recurso demasiado valioso como por ser talado.
Este sí es algo por lo cual vale la pena dedicar una vida, y es la misión por la cual Vero Amore existe. Por la cual me doblo frente a la computadora todos los día, disfrutándolo como si fuera el primero.
Pero la razón de nuestra existencia es la confianza de nuestra comunidad de consumidores quienes dan el kick start a este proceso, a esta historia, cada vez que compran nuestro açaí.
Gracias a ellos, un bowl de açaí significa reforestar 7 mil hectáreas de selva Amazónica, y conservar a más de 70 mil por medio de acuerdos con más de 5000 pequeños campesinos Colombianos quienes hoy viven de açaí en lugar que coca. Ojalá estén conscientes de esto y orgullosos de si mismos!
Juntos sembramos la esperanza de una vida mejor para nosotros, y para los demás.
Por siempre, para todas las formas de vida.
Para Toda La Vida.