Intuitivamente lo sabemos: el chocolate nos hace sentir bien. Siempre que estemos bajoneados sabemos que un chocolate nos puede ayudar a levantarnos. Por otro lado, directamente desde la herbolaria taoísta, los hongos adaptógenos parecen poder ofrecer soluciones a problemas cada día más omnipresentes como el estrés, el cansancio crónico y el insomnio.
Hablamos de los funcionales, ¡no de los psicodélicos eh!
¿Pero sí sirven? ¿Y porqué?
Hagamos un poco de orden… Síguenos en este viaje.
Los Mayas y Aztecas ya lo sabían
El nombre científico del árbol del cacao Theobroma cacao se basa en las palabras griegas para "dios" (theo) y "alimento" (broma), lo que equivale a una traducción aproximada de "alimento de los dioses". Ese nombre es un legado del colonialismo español, y deriva de una traducción aproximada de cómo las culturas mesoamericanas se referían a la planta. Por otro laso en la lengua náhuatl, la especie psicodélica de hongo Psilocybe Mexicana se conoce como teonanacatl, o "carne de los dioses".
Los epítetos sagrados de estas dos plantas maestras evocan una relación entre el cacao y los hongos y la historia detalla una conexión muy explícita.
La medicina del cacao y los hongos medicinales es profundamente arraigada en la cosmovisión de distintas civilizaciones mesoamericanas. Como tal, ha sido venerada durante siglos, y su relación sinérgica se sigue utilizando hoy en día.
Los Aztecas consideraban el cacao un regalo divino de Quetzalcóatl, quien lo había traido del Jardín de la Vida; según los Mayas, Corazón del Cielo había creado al ser humano usando el cacao y el maíz. Por ello, el cacao antiguamente tenía un gran significado religioso y se utilizaba en rituales relacionados con el nacimiento, el matrimonio, las ceremonias religiosas y la muerte. En general se consideraba como una herramienta de salvación del ser humano, por medio de la reconexión del vinculo con la naturaleza. ¿Te suena a algo que hace falta hoy en día?
Los aztecas elaboraban una bebida de cacao, el chocolātl, a partir de habas fermentadas y tostadas molidas con maíz y chiles y vertidas repetidamente hasta que se formara una espuma. Expediciones arqueológicas han descubierto restos de cacao en vasijas precolombinas de más de 4.000 años de antigüedad. Recipientes decorados que representaban el uso ritual del cacao y de los hongos en ceremonias sagradas. En efecto, se creía que la energía del cacao, una gran planta maestra en sí, ayudaría a potenciar el espíritu de los hongos, sus propiedades medicinales y psicoactivas. El alimento de los dioses comulgando con la carne de los dioses.
Los españoles fueron los primeros europeos testigos del reverente uso que los pueblos indígena hacían del cacao. Sin embargo, con la extracción colonialista del cacao como materia prima hacia Europa, la espiritualidad y los rituales asociados al consumo de esta medicina desvanecieron junto al desarrollo del chocolate azucarado y procesado que nos acostumbramos a aceptar como chocolate hoy en día.
La ciencia valida la sabiduría tradicional
Hoy, según un interesante regreso a las orígenes, en el proceso de integrar a la medicina convencional con remedios botánicos y naturales, la ciencia ha empezado a reconocer el valor de consumir cacao y hongos, y de mezclarlos. Es una trayectoria que abre camino a nuevas maneras de curar el cuerpo y la mente, y que reconoce el valor de la tradición indígena con respecto a nuestra relación con el mundo vegetal, animal, y fungi. Hay mucho que ganar en redescubrir el poder medicinal de la naturaleza.
Tanto el cacao como los hongos están cargados de nutrientes y compuestos químicos que fortacelen el cuerpo y estimulan la mente, pero, sobretodo, existe una sinergia entre ambos que potencia los efectos uno del otro.
En la segunda parte de este título te contaremos todo sobre los magníficos compuestos presentes en el cacao y en los hongos. Espéralo el próximo miércoles 17 de julio.